Puede llamarse “poético” (sin juicio de valor) todo discurso en el que la palabra conduce la idea: si usted ama las palabras hasta el punto de sucumbir ante ellas, queda fuera de la ley del significado. Es, a la letra, un discurso onírico (nuestro sueño atrapa las palabras que le pasan frente a las narices y hace de ellas una historia).
|
sábado, 31 de marzo de 2007
238
235
La fábula saca, de todo fragmento de lo real, una lección, un sentido. Podría concebirse un libro a la inversa: que daría cuenta de innumerables “incidentes” y que se proscribiera a sí mismo para siempre el extraer un sentido; sería, con toda exactitud, un libro de haikus.
|
234
Para que el psicoanálisis pueda hablar, es necesario que pueda apoderarse de un discurso otro, de un discurso un poco torpe, que no es todavía psicoanalítico. Este discurso distante, este discurso en retroceso —recargado de cultura vieja y de retórica—, es aquí, por placas, el discurso psicológico. La función de la psicología sería, en resumidas cuentas, la de ofrecerse como un buen objeto para el psicoanálisis.
|
232
El alfabeto es eufórico: acaba con la angustia del “plan”, con el énfasis del “desarrollo”, con las lógicas retorcidas, con las disertaciones.
|
jueves, 29 de marzo de 2007
231
Si yo fuera pintor, sólo pintaría colores: este campo me parece estar libre tanto de la Ley (no hay en él ni Imitación ni Analogía) como de la Naturaleza (pues en resumidas cuentas todos los colores de la Naturaleza ¿no nos viene acaso de los pintores?)
|
229
Trampa que tiende la infatuación: hacer creer que acepta considerar lo que escribe como una “obra”, pasar de una contingencia de escritos a la trascendencia de un producto unitario, sagrado. La palabra “obra” es ya un imaginario.
|
226
Es sólo cuando el ojo normal ve hasta el infinito cuando no necesita acomodarse. Asimismo, si yo pudiera leer un texto hasta el infinito, ya no tendría necesidad de doblegar nada en mí mismo.
|
225
Una lingüística aguda no debería ocuparse ya más del “mensaje” (¡al diablo con los “mensajes”!), sino de las acomodaciones, que preceden sin duda mediante niveles y accesos: cada uno doblega su espíritu, como un ojo, para aprehender en la masa del texto la inteligibilidad que necesita para conocer, para gozar, etc. En esto la lectura es un trabajo: hay un músculo que la doblega.
|
domingo, 25 de marzo de 2007
224
Cuando leo, acomodo: no sólo acomodo el cristalino de mis ojos sino también el de mi intelecto, para captar el buen nivel de significación (el que me conviene a mí).
|
223
Lo natural no es en absoluto un atributo de la Naturaleza física; es la coartada con la que se adorna una mayoría social: lo natural es una legalidad.
|
222
Al hablar, no estoy seguro de que busco la palabra justa; busco más bien evitar la palabra estúpida. Pero como siento cierto remordimiento por renunciar demasiado pronto a la verdad, me atengo a la palabra mediana.
|
221
La palabra me entusiasma según esa idea de que voy a hacer algo con ella: es el estremecimiento de un hacer futuro, algo como un apetito.
|
220
El nombre del color (amarillo, indio, rojo persa, verde tilo) traza una suerte de región genérica dentro de la cual el efecto exacto, especial, del color, es imprevisible; el nombre es entonces la promesa de un placer, el programa de una operación: hay siempre un futuro en los nombres plenos.
|
219
No se puede profundizar un estribillo; lo único que puede hacerse es substituirlo por otro. Es, en resumidas cuentas, lo que hace la Moda.
|
218
No es siquiera que sea falso; es que ya no tiene vigencia; tampoco las monedas antiguas son falsas; son objetos de museo, encerradas dentro de un consumo particular, el consumo de lo viejo. —Pero ¿acaso no se puede extraer de esta vieja moneda un poco de metal útil?
|
jueves, 22 de marzo de 2007
216
La Historia es una idea moral que permite relativizar lo natural y creer en un sentido del tiempo.
|
215
La Doxa habla, yo la oigo pero no estoy dentro de su espacio. Hombre de la paradoja, como todo escritor, estoy detrás de la puerta: quisiera pasar, me gustaría mucho ver lo que se dice, participar yo también en la escena comunitaria; estoy continuamente oyendo aquello de lo que se me excluye; estoy en estado de estupefacción, marcado, cercenado de la popularidad del lenguaje.
|
214
Estar excluido no es estar fuera, es estar solo en el hueco, encerrado a cielo abierto: vedado.
|
212
Mis textos se desajustan, ninguno de ellos encaja con otro; éste no es otra cosa que un texto más, el último de la serie, no el último en cuanto al sentido: texto sobre texto, lo cual no aclara nunca nada.
|
211
Hoy tenemos un saber diferente del de ayer; este saber puede resumirse así: lo que escribo sobre mí no es nunca la última palabra respecto a mí: mientras más “sincero” soy, más me presto a la interpretación ante instancias muy distintas a las de los autores anteriores que creían que no tenían que someterse más que a una ley única: la autenticidad.
|
miércoles, 21 de marzo de 2007
210
La intrusión, en el discurso del ensayo, de una tercera persona que no remite, sin embargo, a ninguna criatura de ficción, marca la necesidad de remodelar los géneros; que el ensayo confiese ser casi una novela: una novela sin nombres propios.
|
209
El libro no elige, funciona por alternancias, avanza mediante bocanadas de imaginario simple y accesos críticos, pero estos propios accesos no son nunca más que efectos de resonancia: no hay imaginario más puro que la crítica (de sí mismo).
|
208
Del imaginario, materia fatal de la novela y laberinto de los esconces por los que se extravía el que habla de sí mismo, se encargan varias máscaras (personas), escalonadas según la profundidad del escenario (y sin embargo no hay nadie —ninguna persona— tras ellas).
|
207
Todo esto debe ser considerado como dicho por un personaje de novela —o más bien por varios.
|
206
Es errado decir que la noción de “texto” es equivalente a la noción de “literatura”: la literatura representa un mundo finito, el texto figura lo infinito del lenguaje: sin saber, sin razón, sin inteligencia.
|
205
El realismo es siempre timorato, y hay demasiada sorpresa en un mundo que la información de masa y la generalización de la política han vuelto tan profuso que ya no es posible figurárselo proyectivamente: el mundo, como objeto literario, se nos escapa.
|
204
La literatura es un orden, un sistema, un campo estructurado de saber. Pero este campo no es infinito: por una parte, la literatura no puede sobrepasar el saber de su época; y, por otra, no puede decirlo todo.
|
martes, 20 de marzo de 2007
203
No puedo ni leer ni escribir lo que usted produce, pero lo recibo, como un fuego, una droga, una desorganización enigmática.
|
201
Me gusta, no me gusta: esto no tiene la más mínima importancia para nadie; aparentemente, no tiene sentido. Y, sin embargo, todo esto quiere decir: mi cuerpo no es igual al suyo.
|
199
La recaída de la energía del lenguaje: en su primer momento, escuchar el lenguaje de los otros y extraer de esta distancia una seguridad y luego, en el momento siguiente, dudar de ese retraimiento: tener miedo de lo que uno dice (indisociable de la manera cómo se dice).
|
198
¿No hay acaso la menor posibilidad de que exista, en algún rincón perdido de la logosfera, la eventualidad de un puro discurso jubilatorio?
|
lunes, 19 de marzo de 2007
196
El goce no es lo que responde al deseo (lo satisface), sino lo que lo toma por sorpresa, lo excede, lo desorienta, lo hace ir a la deriva.
|
195
Esa frase, esa idea (esa idea-frase), que me satisface cuando doy con ella, ¿quién me dice que no me producirá asco en ayunas? ¿Cómo interrogar mi repugnancia (la repugnancia ante mis propios desechos)?
|
193
Lo deseable sería entonces: no un texto de vanidad, ni un texto de lucidez, sino un texto de comillas inciertas, de paréntesis flotantes (nunca cerrar el paréntesis es, con toda exactitud: ir a la deriva). Esto depende también del lector, quien produce el escalonamiento de las lecturas.
|
192
“Poner en escena” quiere decir: escalonar los soportes del alumbrado, distribuir los papeles, establecer niveles y, en última instancia: hacer de las tablas una barrera incierta.
|
domingo, 18 de marzo de 2007
191
Éste es tal vez el papel de la estética en nuestra sociedad: proporcionar las reglas de un discurso indirecto y transitivo (puede transformar el lenguaje, pero no pregonar su dominación, su buena conciencia).
|
190
De una manera distinta, estaba contento de haber publicado (haciéndome cargo de la necedad aparente de la observación) que “uno escribe para que lo amen”; me han hecho saber que M. D. considera que es ésta una frase idiota: en efecto, sólo es tolerable si se la consume en tercer grado; si se cobra conciencia de que, inicialmente, es conmovedora, y luego, imbécil, uno tiene al fin la libertad de encontrarla tal vez apropiada (M. D. no supo llegar hasta allí).
|
185
Este primer anhelo (yo deseo y me dedico) funda un sistema secreto de fantasmas que persisten de época en época.
|
viernes, 16 de marzo de 2007
182
La ilusión (aborrecida) del se da por sentado se descascara, se agrieta, la máquina de los lenguajes echa a andar, la “Naturaleza” se estremece por toda la socialidad comprimida en ella, dormida.
|
181
Escribir a máquina: no se traza nada: no existe nada y, luego, de repente, todo está trazado: no hay producción: no hay aproximación; no hay el nacimiento de la letra sino la expulsión de un pedacito de código.
|
180
En la absorción del texto, hay una torsión, un escalonamiento de grados: se encrespa, como una cabellera.
|
179
Producción de mis fragmentos. Contemplación de mis fragmentos (corrección, pulitura). Contemplación de mis desechos (narcisismo).
|
jueves, 15 de marzo de 2007
178
Con la coartada de la disertación destruida se llega a la práctica regular del fragmento; luego, del fragmento se pasa al “diario”. Entonces, ¿no es la meta de todo esto el otorgarse el derecho de escribir un “diario”?
|
176
Tengo la ilusión de creer que, al quebrar mi discurso, dejo de discurrir imaginariamente sobre mí mismo, que atenúo el riesgo de la trascendencia.
|
174
El fragmento implica un goce inmediato: es el fantasma de un discurso, un bostezo del deseo.
|
miércoles, 14 de marzo de 2007
170
Produzco para reproducir, como si tuviese un pensamiento y lo representase con la ayuda de materiales y reglas: escribo clásicamente.
|
169
¿Cómo funciona eso de escribir? Sin duda a través de movimientos de lenguaje lo bastante formales y repetidos como para que yo pueda llamarlos “figuras”: adivino que hay figuras de producción, operadores de texto. Ellos son, entre otros, aquí: la evaluación, la nominación, la anfibología, la etimología, la paradoja, el encarecimiento, la enumeración, el torniquete.
|
168
En el sentimiento del amor, en la locura amorosa, si quiero hablar, lo que hago es reencontrar el Libro, la Doxa, la Estupidez. Mescolanza del cuerpo y el lenguaje: ¿cuál de los dos empieza?
|
167
La línea recta (el encarecimiento, el acrecentamiento, la insistencia de una idea, una posición, un gusto, una imagen) y el zig zag (lo contrapuesto, la contramarcha, la contrariedad, la energía reactiva, la negación, el vaivén, el movimiento de la Z, la letra de la desviación).
|
martes, 13 de marzo de 2007
166
Con las cosas intelectuales construimos a la vez teorías, combates críticos y placer; sometemos los objetos del saber y de la disertación —como en todo arte— no ya a una instancia de verdad, sino a un pensamiento de los efectos.
|
164
Ficción: delgado desasimiento, delgada despegadura que forma un cuadro completo, coloreado, como una calcomanía.
|
163
A veces, el estereotipo (la escribancia) cede y aparece la escritura; estoy seguro entonces de que ese fragmento de enunciado fue producido por un cuerpo.
|
161
Fatalidad del ensayo frente a la novela: está condenado a la autenticidad —al abandono de las comillas.
|
domingo, 11 de marzo de 2007
160
El estereotipo puede evaluarse en términos de cansancio. El estereotipo es lo que empieza a cansarme.
|
159
Sobre el trayecto de la espiral, todo retorna, pero situado en otro lugar, en un lugar más alto: es entonces el regreso de la diferencia, el camino de la metáfora; es la Ficción.
|
158
El fantasma me gusta porque se mantiene concomitante con la conciencia de la realidad (la del lugar donde estoy); así se crea un espacio doble, dislocado, escalonado, dentro del cual una voz (no sabría decir cuál, la del café o la de la fábula interior), como en la marcha de una fuga, se pone en posición indirecta: algo se trama; es, sin pluma ni papel, un comienzo de escritura.
|
157
El fantasma ayuda a pasar cualquier momento de vigilia o insomnio; es una pequeña novela de bolsillo que uno lleva siempre consigo y que puede abrir en cualquier parte sin que nadie vea nada, en un tren, en un café, esperando una cita.
|
156
Contra la Doxa, hay que ponerse a favor del sentido, pues el sentido es producto de la Historia, no de la Naturaleza; pero contra la Ciencia (el discurso paranoico), hay que mantener la utopía de la abolición del sentido.
|
155
La comunicación fracasa, no por ininteligibilidad, sino porque se produce una verdadera escisión entre la emoción del sujeto —agradecido o enamorado— y la nulidad, la afonía de su expresión.
|
viernes, 9 de marzo de 2007
153
Se sentía más que excluido: desligado: siempre devuelto al lugar del testigo, cuyo discurso sólo puede estar, como se sabe, sometido a un código del desapego.
|
152
Utopía (a la Fourier): la de un mundo donde no habría ya sino diferencias, de modo que diferenciarse ya no sería excluirse.
|
150
La verdadera violencia es la de lo que se da por sentado: lo que es evidente es violento aun si esta evidencia está representada suavemente, liberalmente, democráticamente.
|
149
Su discurso está lleno de palabras que él, valga la expresión, corta de raíz. Sin embargo, en la etimología, no es la verdad o el origen de la palabra lo que le gusta, es más bien el efecto de sobreimpresión que ella autoriza: la palabra es vista como un palimpsesto: me parece que tengo ideas a ras de la lengua —lo cual es simplemente: escribir (hablo aquí de una práctica, no de un valor).
|
jueves, 8 de marzo de 2007
144
Términos indecibles: contradicen lo que puede ser dicho, lo que se espera que uno diga, lo que precisamente —la voz misma del imaginario— uno quisiera poder decir inmediatamente (sin mediaciones).
|
143
Es en efecto cuando divulgo lo privado de mí mismo cuando más me expongo: no por el riesgo del “escándalo”, sino porque así presento mi imaginario en su consistencia más fuerte; y el imaginario es precisamente lo que ofrece un blanco a los otros, lo que no está protegido por ningún vuelco, ninguna dislocación.
|
jueves, 1 de marzo de 2007
142
Nada de esto tiene ningún interés. Aún más: no sólo uno marca su pertenencia a una clase sino que además hace de esa marca una confesión literaria cuya futilidad ya no es percibida: uno se constituye fantasmáticamente como “escritor”, o, peor aún, uno se constituye.
|
141
El goce de escribir, de producir, apremia a todos; pero como el circuito es comercial, la producción libre sigue atascada, enloquecida y como desesperada; las más de las veces, los textos, los espectáculos van allí donde no se los reclama; encuentran, para su desgracia, “conocidos”, no amigos, y mucho menos compañeros; lo cual hace que esta suerte de eyaculación colectiva de escritura, en la cual podría verse la escena utópica de una sociedad libre (donde el goce circularía sin pasar por el dinero), está encaminada hoy hacia el apocalipsis.
|
140
Lo que libera a la metáfora, al símbolo, al emblema, de la manía poética, lo que manifiesta la fuerza de la subversión, es el disparate, ese “atolondramiento”.
|
139
La risa es lo que, en una última pirueta, libera la demostración de su atributo demostrativo.
|
138
El texto no es operatorio: no hay antecedentes para las transformaciones lógicas que propone.
|
137
La opinión pública tiene una concepción reducida del cuerpo: es siempre, al parecer, lo que se opone al alma: toda extensión un tanto metonímica del cuerpo es tabú.
|
Suscribirse a:
Entradas (Atom)