miércoles, 28 de febrero de 2007

136

 
Se da cuenta entonces cómo tales enunciados, tan claros para él, pueden resultar oscuros para muchos.

 

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135

 
Usted ha escrito que la escritura pasa por el cuerpo.

 

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134

 
Leer realmente es, pues, entrar en connotación.

 

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133

 
Se siente solidario de todo escrito cuyo principio sea que el sujeto no es más que un efecto de lenguaje. Imagina una ciencia muy vasta en cuyo enunciado el sabio terminaría por incluirse finalmente, y que sería la ciencia de los efectos de lenguaje.

 

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132

 
No la obra, sino las prácticas, las posturas, esa manera de pasearse por el mundo con una libreta de notas en el bolsillo y una frase en la cabeza (como yo veía a Gide deambulando por Rusia o por el Congo, leyendo los clásicos y escribiendo sus carnets en el vagón-comedor, esperando los platos; tal como lo vi realmente, un día de 1939, al fondo de la cervecería Lutétia, comiéndose una pera y leyendo un libro). Pues lo que esta fantasía impone es el escritor tal como uno puede verlo en su diario íntimo, es el escritor sin su obra: forma suprema de lo sagrado: la señal y el vacío.

 

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131

 
Este fantasma: ¡ser escritor!

 

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martes, 27 de febrero de 2007

130

 
La utopía es familiar al escritor porque el escritor es un dador de sentido: su tarea (o su goce) es dar sentidos, dar nombres, y sólo puede hacerlo si hay paradigma, desencadenamiento del si/no, alternancia de dos valores: para él el mundo es una medalla, una moneda, una superficie doble de lectura en la que su propia realidad ocupa el reverso y la utopía el anverso. El Texto, por ejemplo, es una utopía; su función —semántica— es hacer significar a la literatura, al arte, al lenguaje presentes, en tanto se los declara imposibles; otrora, se explicaba la literatura por su pasado; ahora, por su utopía: el sentido está fundado en el valor: la utopía permite esta nueva semántica.

 

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129

 
¿Para qué sirve la utopía? Para sacar el sentido. Frente al presente, a mi presente, la utopía es un segundo término que permite hacer funcionar el resorte del signo: el discurso sobre lo real se hace posible, salgo de la afasia en que me hunde todo lo que anda mal dentro de mí, en este mundo que es el mío.

 

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128

 
Pero sobre todo, el estilo es, de alguna manera, el comienzo de la escritura: aún tímidamente, exponiéndose a grandes riesgos de recuperación, prepara el reino del significante.

 

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127

 
Hay también innumerables antítesis (buscadas, construidas, ceñidas) y juegos de palabras de los que se saca todo un sistema (placer: precario / goce: precoz). En suma, innumerables rastros de un trabajo del estilo, en el sentido más antiguo de la palabra. Ahora bien, ese estilo sirve para elogiar un valor nuevo, la escritura, que es, por su parte, desbordamiento, que arrastra al estilo hacia otras regiones del lenguaje y del sujeto, lejos de un código literario clasificado (código periclitado de una clase condenada).

 

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126

 
Las palabras se transportan, los sistemas se comunican, se prueba la modernidad (como se prueban todos los botones de una radio de la que se desconoce el funcionamiento).

 

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125

 
En relación con los sistemas que lo rodean, ¿qué es? Más bien una cámara de ecos: reproduce mal los pensamientos, sigue las palabras; hace visitas, o sea, rinde homenaje a los vocabularios, invoca las nociones, las repite bajo un nombre.

 

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jueves, 22 de febrero de 2007

124

 
Nunca renegar de nada: ¿en nombre de qué presente?

 

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123

 
No es la polisemia (lo múltiple del sentido) lo que se elogia y se busca; es muy exactamente la anfibología, la duplicidad; no es la ilusión de oírlo todo (cualquier cosa), sino la de oír otra cosa (en esto soy más clásico que la teoría del texto que defiendo).

 

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122

 
La palabra "inteligencia" puede designar una facultad de intelección o una complicidad; por lo general, el contexto obliga a escoger uno de los dos sentidos y a olvidar el otro. Cada vez que se encuentra una de esas palabras dobles, por el contrario, conserva a la palabra sus dos sentidos, como si uno de ellos le guiñara el ojo al otro y que el sentido de la palabra estuviese en ese guiño, que hace que una misma palabra, en una misma frase, quiera decir al mismo tiempo dos diferentes, y que se goce semánticamente de la una por la otra. Es por esto que a estas palabras se las llama en varias ocasiones "preciosamente ambiguas": no por esencia léxica (pues cualquier palabra del léxico tiene varios sentidos), sino porque gracias a una especie de suerte, de buena disposición, no de la lengua sino del discurso, puedo actualizar su anfibología, decir "inteligencia" y simular que me estoy refiriendo principalmente al sentido intelectivo, pero dando a entender el sentido de "complicidad".

 

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121

 
Es increíble la capacidad de distracción de un hombre a quien su trabajo aburre, intimida o estorba: cuando estoy en el campo y trabajo (¿en qué? me releo, ¡desafortunadamente!), las distracciones que me suscito cada cinco minutos son las siguientes: vaporizar una mosca, cortarme las uñas, comerme una ciruela, ir a mear, comprobar si el agua del grifo sigue saliendo lodosa (hubo un corte de agua hoy), ir a la farmacia, bajar al jardín a ver cuántos duraznos maduros hay en el árbol, hojear el periódico, armarme un artefacto para sostener mis papeles, etc.: rastreo.

 

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120

 
Quiero un goce sonoro inmediato y rehúyo el fastidio del entrenamiento, pues el entrenamiento impide el goce —aunque en aras, es verdad, según dicen, de un goce ulterior mayor se le dice al pianista (como los dioses a Orfeo): no se vuelva prematuramente hacia los efectos de su interpretación. La pieza, en la perfección sonora que imaginamos sin alcanzarla jamás realmente, actúa entonces como un fantasma: me someto alegremente a la orden del fantasma: "¡Inmediatamente!" aun a costa de una pérdida considerable de realidad.

 

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119

 
Según Freud (Moisés), un poco de diferencia lleva al racismo. Pero mucha diferencia, aleja de él, irremediablemente. Igualar, democratizar, masificar, todos estos esfuerzos no logran expulsar "la más pequeña diferencia", germen de la intolerancia racial. Lo que habría que hacer, desenfrenadamente, es pluralizar, sutilizar.

 

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martes, 20 de febrero de 2007

118

 
La diferencia, palabra insistente y muy elogiada, vale sobre todo porque dispensa del conflicto o lo vence. El conflicto es sexual, semántico; la diferencia es plural, sensual y textual; el sentido, el sexo, son principios de construcción, de constitución; la diferencia tiene todas las trazas de un espolvoreo, de una dispersión, de un espejeo; ya no se trata de encontrar, en la lectura del mundo y del sujeto, oposiciones, sino desbordamientos, intromisiones, fugas, deslizamientos, desplazamientos, desbarramientos.

 

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117

 
Todo regresa, pero regresa como Ficción, es decir, en otro nivel de la espiral.

 

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116

 
La descripción: se agota tratando de expresar lo mortal propio del objeto, simulando (la ilusión a través de la inversión) creerlo, quererlo vivo: "darle vida" quiere decir "verlo muerto". El adjetivo es el instrumento de esta ilusión; diga lo que diga, por su sola cualidad descriptiva, el adjetivo es fúnebre.

 

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115

 
La voz está siempre ya muerta, y es por una denegación desesperada por lo que la llamamos viva; a esta pérdida irremediable le damos el nombre de inflexión: la inflexión es la voz en lo que ésta tiene de siempre de pasado, de callada.

 

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114

 
El lenguaje, en cuanto piensa, se hace corrosivo.

 

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113

 
Así como se puede descomponer el olor de la violeta o el gusto del té, ambos aparentemente tan especiales, tan inestimables, tan inefables, en unos cuantos elementos cuya sutil combinación produce toda la identidad de la sustancia, asimismo adivinaba que la identidad de cada amigo, lo que lo hacía amable, dependía de una combinación delicadamente dosificada y, por ello, absolutamente original, de rasgos menudos reunidos en escenas fugitivas, día a día. Cada uno desplegaba así ante él la escenificación brillante de su originalidad.

 

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lunes, 19 de febrero de 2007

112

 
La Ley, la Doxa, la Ciencia no quieren comprender que la perversión, sencillamente, hace feliz; o, para precisar, que produce un más: soy más sensible, más perceptivo, más locuaz, me distraigo mejor, etc., y en este más reside la diferencia (y de allí el Texto de la vida, la vida como texto).

 

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111

 
La erotización es una producción de lo erótico: ligera, difusa, mercurial; circula sin fijarse: un coqueteo múltiple y móvil liga al sujeto con lo que pasa, finge retenerlo y luego se afloja para ir a otra cosa (y después, a veces, este paisaje tan cambiante se corta, arrestado por una inmovilidad brusca: el amor).

 

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110

 
Tengo un cuerpo digestivo, tengo un cuerpo mareado, otro de jaqueca, y muchos más: sensual, muscular (la mano del escritor), humoral, y sobre todo: emotivo: un cuerpo que se emociona, se mueve, se adensa o se exalta, o se asusta, sin que se note nada.

 

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109

 
Mi cuerpo es ligeramente teatral para sí mismo.

 

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108

 
Mi cuerpo no es un héroe.

 

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107

 
Mi cuerpo sólo me existe a mí mismo bajo dos formas corrientes: la jaqueca y la sensualidad.

 

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domingo, 18 de febrero de 2007

106

 
La primera imagen que tiene del contrato (del pacto) es, en resumidas cuentas, objetiva: el signo, la lengua, el relato, la sociedad funcionan por contrato, pero como este contrato está a menudo oculto, la operación cítrica consiste en descifrar el estorbo de las razones, de las coartadas, de las apariencias, en suma, todo el natural social, para poner de manifiesto el intercambio regulado sobre el que se basan la operación semántica y la vida colectiva.

 

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105

 
Yo no soy más que el contemporáneo imaginario de mi propio presente: contemporáneo de sus lenguajes, de sus utopías, de sus sistemas (o sea, de sus ficciones), en suma, de su mitología o de su filosofía, pero no de su historia, de la cual sólo habito el reflejo danzante: fantasmagórico.

 

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104

 
"La verdad está en la consistencia", dice Poe (Eureka). Por tanto, el que no tolera la consistencia se cierra a toda ética de la verdad; abandona la palabra, la proposición, la idea, en cuanto éstas cuajan y pasan al estado sólido, de estereotipo (stereos quiere decir sólido).

 

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103

 
Es como si, al querer resumirse, no encontrara salida, y amontonase resumen sobre resumen por no saber cuál es el mejor.

 

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102

 
Soy, yo mismo, mi propio símbolo, soy la historia que me sucede: en rueda libre dentro del lenguaje, no tengo nada con qué compararme; y en ese movimiento, el pronombre del imaginario, "yo", se descubre im-pertinente; lo simbólico se hace a la letra inmediato: peligro esencial para la vida del sujeto; escribir sobre sí mismo puede parecer una idea pretenciosa; pero es también una idea simple: simple como una idea de suicidio.

 

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101

 
Cuando finjo escribir sobre lo que he escrito antes se produce de igual modo un movimiento de abolición, no de verdad. No busco poner mi expresión actual al servicio de mi verdad anterior (en el régimen clásico, se hubiese sacralizado este esfuerzo bajo el nombre de autenticidad), renuncio a la persecución agotadora de un viejo trozo de mí mismo, no busco (como se dice de un monumento) restaurarme.

 

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viernes, 16 de febrero de 2007

100

 
Cultura de masa o cultura superior.

 

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099

 
El Amateur (el que practica la pintura, la música, el deporte, la ciencia, sin espíritu de maestría o de competencia) conduce una y otra vez su goce (amator: que ama y ama otra vez); no es para nada un héroe (de la creación, de la hazaña); se instala graciosamente (por nada) en el significante: en la materia inmediatamente definitiva de la música, de la pintura; su práctica, por lo regular, no comporta ningún rubato (ese robo del objeto en beneficio del atributo); es —será tal vez— el artista contra-burgués.

 

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098

 
La joven burguesa producía inútilmente, tontamente, para ella misma, pero producía: ésa era su forma de prodigarse.

 

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097

 
La estupidez podría ser un centro duro e insecable, un primitivo: nada se puede hacer para descomponerla científicamente.

 

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jueves, 15 de febrero de 2007

096

 
No es sólo una lingüística de los nombres propios lo que hace falta; es también una erótica: el nombre, como la voz, como el olor, sería el término de una languidez: deseo y muerte: "el último suspiro que queda de las cosas", dice un autor del siglo pasado.

 

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095

 
¿Cómo puede tenerse una relación amorosa con unos nombres propios?

 

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miércoles, 14 de febrero de 2007

094

 
Un lenguaje sólo tiene el poder de meter en cintura a otro temporalmente; basta con que un tercero salga de las filas para que el asaltante se vea forzado a batir la retirada: en el conflicto de las retóricas, la victoria la obtiene siempre el tercer lenguaje.

 

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093

 
El arte de vivir no tiene historia: no evoluciona: el placer que desaparece, desaparece para siempre, insustituible. Vienen otros placeres, que no reemplazan nada. No hay progreso en el placer, sólo mutaciones.

 

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092

 
La copia enigmática, la que interesa, es la copia despegada: al mismo tiempo, reproduce y devuelve: no puede reproducir sino devolviendo, perturba el encadenamiento infinito de las réplicas.

 

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091

 
Como si cualquier cosa que proviniese del lenguaje pudiera hacer temblar al lenguaje.

 

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090

 
El propósito de su discurso no es la verdad, y ese discurso es sin embargo asertivo.

 

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089

 
La arrogancia circula como vino espeso entre los convidados del texto. El intertexto no abarca sólo párrafos delicadamente escogidos, secretamente amados, libres, generosos, discretos, sino también comunes, triunfantes.

 

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martes, 13 de febrero de 2007

088

 
Si fuese Dios, trastocaría continuamente las victorias —¡que es, por otra parte, lo que hace Dios!

 

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087

 
Imagen frecuente: la de la nave Argos (luminosa y blanca); los argonautas iban reemplazando poco a poco todas sus piezas, de suerte que al fin tuvieron una nave enteramente nueva, sin tener que cambiarle el nombre ni la forma. Esa nave Argos es muy útil: proporciona a la alegoría un objeto eminentemente estructural, creado, no por el genio, la inspiración, la determinación, la evolución, sino por dos actos modestos (que no pueden captarse en ninguna mística de la creación): la sustitución (una pieza desplaza a otra, como en un paradigma) y la nominación (el nombre no está vinculado para nada a la estabilidad de las piezas): a fuerza de hacer combinaciones dentro de un mismo nombre, no queda ya nada del origen: Argos es un objeto que no tiene otra causa que su nombre, u otra identidad que su forma.

 

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086

 
Sin embargo, una vez borrado el pizarrón, nada quedaba de ese luto proclamado, sino, en la vida real, que es siempre silenciosa.

 

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085

 
Todas las explicaciones científicas que recurren a la analogía —y son legión— participan de la ilusión, forman el imaginario de la Ciencia.

 

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084

 
En cuanto una forma es vista, tiene que parecerse a otra cosa: la humanidad parece estar condenada a la Analogía, es decir, en resumidas cuentas, a la Naturaleza.

 

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083

 
La comodidad recibe una dignidad teórica y también una fuerza ética: es la pérdida voluntaria de todo heroísmo, aun en el goce.

 

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domingo, 11 de febrero de 2007

082

 
No tenemos por qué mantener la distancia frente al formalismo sino ponernos cómodos en él.

 

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081

 
Una relación que se adjetiva está del lado de la imagen, del lado de la dominación y de la muerte.

 

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080

 
Usted es el único que no podrá nunca verse más que en imagen, usted nunca ve sus propios ojos a no ser que estén embrutecidos por la mirada que posan en el espejo o en el objetivo de la cámara (me interesaría sólo ver mis ojos cuando te miran): aun y sobre todo respecto a su propio cuerpo, usted está condenado al imaginario.

 

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079

 
La foto, de archivo policial, lo prueba. Ese joven de ojos azules, de codo pensativo, será el padre de mi padre. Última estasis de este descenso: mi cuerpo. El linaje terminó por producir un ser para nada.

 

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078

 
Por allí merodeaba una sexualidad de parque público.

 

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077

 
Imaginario primordial de la infancia: la provincia como espectáculo, la historia como olor, la burguesía como discurso.

 

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viernes, 9 de febrero de 2007

076

 
No hay biografía más que de la vida improductiva. En cuanto produzco, en cuanto escribo, es el Texto mismo el que me desposesiona (afortunadamente) de mi duración narrativa.

 

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075

 
De esto se desprende que la fotografía de la infancia es, a la vez, muy indiscreta (es mi cuerpo en reverso lo que ella me revela) y muy discreta (no es de "mí" de quien habla).

 

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074

 
Suscita en mí una suerte de sueño obtuso cuyas unidades son dientes, cabellos, una nariz, una flacura, piernas con largos calcetines, que no me pertenecen, pero que tampoco pertenecen a nadie que no sea yo.

 

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073

 
Sólo he conservado las imágenes que me dejan estupefacto, sin yo saber por qué (esta ignorancia es característica de la fascinación, y lo que diré de cada imagen no será nunca sino imaginario).

 

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Próximos recortes

 
Hasta nuevo aviso, lo que se envíe a partir de ahora habrá sido recortado, según la interpretación al español de Julieta Sucre, de Roland Barthes por Roland Barthes (Roland Barthes par Roland Barthes)

 

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