La fábula saca, de todo fragmento de lo real, una lección, un sentido. Podría concebirse un libro a la inversa: que daría cuenta de innumerables “incidentes” y que se proscribiera a sí mismo para siempre el extraer un sentido; sería, con toda exactitud, un libro de haikus.
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sábado, 31 de marzo de 2007
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