sábado, 13 de enero de 2007

028

 
Se puede precisar a qué se reduce el hombre de la
imagen enciclopédica, cuál es, de alguna manera, la
esencia de su humanidad: son sus manos. En muchas
de sus láminas (las más bellas tal vez) aparecen manos
separadas del cuerpo que revolotean alrededor de la
obra (pues su ligereza es extrema); esas manos son
sin duda el símbolo de un mundo artesanal (se trata
todavía de oficios tradicionales, poco mecanizados,
la máquina a vapor es escamoteada) como se ve por
la importancia de las mesas (grandes, chatas, bien
iluminadas, a menudo rodeadas de manos); pero más
allá del artesanado, las manos son fatalmente el signo
inductor de la esencia humana: ¿no se ve, hoy día,
de un modo más complejo, a nuestra publicidad volver
incesantemente a ese motivo misterioso, sobrenatural
y natural al mismo tiempo, como si el hombre no acabara
de asombrarse de tener manos? No es tarea fácil terminar
con la civilización de la mano.

 

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