sábado, 13 de enero de 2007

026

 
El objeto enciclopédico es producto de materias generales
que son aún las de la era artesanal. Si visitamos
hoy día una exposición internacional, percibiremos
a través de los objetos expuestos dos o tres materias
dominantes, vidrio, metal, plástico sin duda; la materia
del objeto enciclopédico es de una edad más vegetal:
es la madera la que domina en este gran catálogo construyendo
un mundo de objetos dulces a la mirada, humanos ya
por su materia, resistente pero no áspera, maleable
pero no plástica. Nada muestra mejor ese poder de
humanización de la madera que las máquinas de la Enciclopedia;
en este mundo de la técnica (todavía artesanal pues
la gran industria no ha nacido aún), la máquina es
un objeto capital y la mayor parte de las máquinas
de la Enciclopedia están hechas de madera; son enormes
andamios, muy complicados, en los cuales el metal
sólo provee las ruedas dentadas. La madera que las
constituye las vincula a una cierta idea de juego:
esas máquinas son (para nosotros) como grandes juguetes;
inversamente a las imágenes modernas, el hombre, siempre
presente en algún rincón de la máquina, no tiene con
ella sólo una relación de vigilancia: dando vueltas
una manija, pedaleando, tejiendo un hilo, participa
de la máquina de una manera activa y sutil; la mayor
parte de las veces el grabador lo sorprende vestido
cuidadosamente de señor; no es un obrero, es un señor
que juega con una especie de órgano técnico donde
todo el conjunto de ruedas está al descubierto; lo
que sorprende en la máquina enciclopédica es su ausencia
de secreto; no hay en ella ningún lugar escondido
(resorte o cofre) que oculte mágicamente la energía
como ocurre en nuestras máquinas modernas (el mito
de la electricidad es el de ser una energía generada
por ella misma y por lo tanto oculta); aquí la energía
es esencialmente transmisión, amplificación de un
simple movimiento humano; la máquina enciclopédica
es una gran mediación: el hombre está en un punto,
el objeto en el otro, entre los dos, un ambiente arquitectónico
—hecho de postes, cuerdas y ruedas— a través del cual,
como una luz, la fuerza humana se desarrolla, se concentra,
aumenta y se precisa simultáneamente: así el obrero
que teje punto de malla, un hombrecito con saco, sentado
frente al teclado de una enorme máquina de madera,
produce una gasa extremadamente fina como si tocase
música; en otro lugar, en una habitación enteramente
desnuda, ocupada solamente por todo un juego de maderas
y de cables, una muchacha sentada sobre un banco da
vueltas a una manija con una mano mientras que la
otra descansa dulcemente sobre la rodilla. No se puede
tener una idea más simple de la técnica.

 

<<<

No hay comentarios.: