La tontería es ser sorprendido. El enamorado lo es incesantemente: no tiene tiempo de transformar, de saber de qué se trata, de proteger. Tal vez conozca su tontería pero no la censura. Más aún: su tontería actúa como un clivaje, como una perversión: es tonto, dice, y sin embargo... es cierto.
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sábado, 23 de junio de 2007
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