sábado, 23 de junio de 2007

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Como una mala sala de concierto, el espacio afectivo tiene rincones muertos, donde el sonido no circula. —El interlocutor perfecto, el amigo, ¿no es entonces el que construye en torno nuestro la mayor resonancia posible? ¿No puede definirse la amistad como un espacio de sonoridad total?

 

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