domingo, 6 de mayo de 2007

321

 
Por una parte es no decir nada y por la otra es decir demasiado: imposible el ajuste. Mis deseos de expresión oscilan entre el jaiku muy apagado, capaz de resumir una situación desmedida, y un gran torrente de trivialidades. Soy a la vez demasiado grande y demasiado débil para la escritura: estoy a su vera, porque es siempre concisa, violenta, indiferente al yo infantil que la solicita. Cierto que el amor tiene parte ligada con mi lenguaje (que lo alimenta), pero no puede alojarse en mi escritura.

 

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