martes, 16 de enero de 2007

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Esta distorsión propuesta por el tiempo entre la escritura y la lectura es el desafío mismo de eso que llamamos literatura: la obra leída es anacrónica y ese anacronismo es el interrogante capital que propone al crítico: paulatinamente se puede llegar a explicar una obra por su época o por su proyecto, es decir justificar el escándalo de su aparición; pero ¿cómo explicar el de su supervivencia?

 

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