martes, 9 de enero de 2007

012

 
La poesía moderna, ya que es necesario oponerla 
a la poesía clásica y a toda prosa, destruye la naturaleza 
espontáneamente funcional del lenguaje y sólo deja 
subsistir los fundamentos lexicales. Conserva de las 
relaciones sólo el movimiento, su música, no su verdad. 
La Palabra estalla debajo de una línea de relaciones 
vaciadas, la gramática es desprovista de su finalidad, se 
hace prosodia, ya no es más que una inflexión que dura 
para presentar la Palabra. Las relaciones no están 
suprimidas totalmente, son cotos cerrados, parodia de 
relaciones y esa nada es necesaria pues la densidad de la 
Palabra debe elevarse fuera de un encantamiento vacío, 
como un ruido y un signo sin fondo, como un "furor 
y un misterio".

 

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